miércoles, julio 27, 2005

Don Tomás

En aquellos años cuando pasaba corriendo. Miraba a ese hombre subirse a la tarima y comenzar a bailar, sobre su vida siempre pedía la palabra. Ese hombre era un objeto de burla, una marioneta de la diversión.
Quien fuera hacia llorar y soñar con otros lugares. Nunca renegaba de sus culpas, de sus vicios o de sus errores, renegaba de no tener más tiempo para equivocarse. Exigía las culpas de los demás para poder vivir, seguir y entonces reventar.
Dicen que con el tiempo se volvio loco, se volvio un simple objeto de la historia, un personaje más que al parecer se convertía en ficción para complementar los cuentos de los señores que hablaban mientras jugaban damas en las gradas del campo de futbol.
Uno me miraba con ojos de vidrio, otro siempre hablaba de poetas y de sus hijos, todos reían cuando a áquel lo recordaban, le decían el marionetero.
Don Tomás, joven emprendedor que llegó hasta este lugar vendiendo piedras de vidrio, canicas de plata y sueños de papel. Con su canario te decía la suerte, a las mujeres enamoraba con su olor a clavo, su aliento a dulce y su mirada de cordero. Se perdían todas menos una. Doña Lupe, cuando joven lo miraba sin interés, él se llenaba de ilusiones al verla pasar.
Le cantaba, le lloraba, le regalaba flores, aves y cantos. Ella lo aceptó tres años después, se casaron, hicieron las cosas que los enamorados hacen, tuvieron hijos, y él se volvió farmaceutico. Con el tiempo, ella lo dejó, sus hijos fueron adoptados por la calle que me adoptó y él se volvió loco.
Desde entonces encontró maneras de suponer regalos que venían desde otros lugares, desde donde ella estaba, donde ella lo esperaba. Los altos edificios se miraban lejanos y cuando lo tocaban en el hombro se ponía a llorar. Don Tomás el marionetero, murió ya. Dicen que tirado al lado de la iglesia, irónica muerte, caer al lado de la iglesia de la Soledad.

Vigilante letargo

¿Cómo encontrar palabras, gritarlas y hacer que lleguen a tus oídos si soy mudo? Un gesto poco inspirador seca mi garganta, un sueño tan poco profundo que surge de tu espacio, de tu universo seductor. ¿Cómo llamarte si nunca he escuchado tu nombre?
Nombrarte me suena tan común, tan visto, tan lleno de lo mismo. Quisiera encontrar el sonido que me lleve a ti, a tu encuentro, donde brillas, entre las palmeras, entre los jaguares. En ese brillo jade, en tu irrompible color.
Llenas todo, lo vacías después para confundirnos. Te apropias de la cercanía, te vuelves dueño del entorno. Eres el que se forma a voluntad, el que se da vida y muerte, el que nos da la calidad de ser. Eres la palabra prohíbida, escondida entre los ídolos y sus seguidores, oculta en los mantos de las vírgenes, en las manos de los santos, en las alas de ángeles.
Tuviste que irte por un tiempo mientras todos perecíamos. ¿Suena el tambor? ¿Suena la flauta? O solamente escucho tu canto, tu canto que marca el retorno. El fin de la búsqueda por el líder y señor de los ejercitos. Llama con el cuerno, llama con la piel retumbándola, unifícanos, conviértenos a tu poder.
Mientras espero, me sentaré en la banqueta, afuera de mi casa, mirando los carros pasar, mirando los aviones volar sobre mi calle, sobre mi ciudad. Miraré los mercenarios, los caídos y los futuros guerreros. Porque debo decirte que creo en ti. Sé que volverás, sé que te veré y que reconocerás mi rostro, mis ojos y mi voz, humedecerás mi garganta con tu canto. Y me dejarás morir por ti.
Hasta entonces manténme en este momentáneo letargo y dame la furia del jaguar para destruir a tus enemigos cuando el momento llegue.

jueves, julio 21, 2005

Alberto X (fragmento cap I)

Hoy no tengo mucho que decir, al final del día los significados se vuelven indiferentes, lejanos. Sólo miradas y suspiros enmarcan la razón.
La lejanía de aquella mujer, su encuentro, los pensamientos que envuelven, que matan, que guían, que hacen sufrir, vivir, temer, cantar.
Reaccionas a un nombre, a un conjunto de signos que le dan significado a algo que no logramos entender. Aún así entendemos ciertas cosas. Entendemos que el sol no se oculta, no, la tierra es la que gira y nos oculta el sol. Entendemos que no somos un nombre, yo no soy Alberto X, soy un ser distinto al que todos llaman.
Hay nombres que sólo existen para formar poesías, para hablar de amor. Hay nombres que sólo se hicieron para ser portados por héroes, guerreros, santos y dioses.
Lamento mucho decir y aceptar que el mio no sirve para la primera o segunda cosa. Mi nombre sirve para enunciar a un esclavo, para llamar al que vive en las sombras, para gritarle lo poco que vale; mi nombre se creo a imagen del caído. No es tan poco común mi nombre, no es tampoco ajeno a los lugares comunes donde todos se encuentran. ¿Cuántos sonidos me llaman? ¿Cuántos sonidos te llamaron?
Sigo escondiéndome en el clóset, sigo apagando la luz para no ser seguido. Aún hoy mantengo el crucifijo bajo la almohada. Tal vez no lo entienda nunca, es posible que mis extrañas costumbres se tornen lamentables con el tiempo pero no lo puedo evitar, llámame entonces por mi verdadero nombre, deja lo invento contigo a mi lado, cierro ahora tu libro, lo aparto, te veo y suspiro.
Simplemente hoy no tengo mucho que decir.

miércoles, julio 20, 2005

Entre el sueño y la realidad

¿Cuándo, en qué punto exacto te das cuenta de que tienes sueño? En el momento en que tus ojos se comienzan a cerrar, volviéndose los párpados tan pesados que se torna imposible mantenerlos abiertos, cuando tu cuerpo comienza a relajarse al extremo, de forma tal que tu mano deja de obedecer a tu cerebro. Cuando dejas la realidad inmediata y entras en la realidad perfecta, en esa realidad de pesadillas y sueños hermosos, donde eres devorado por animales o humanos, donde encuentras a la mujer, que no es la de tus sueños, pues estás en ellos, así que solo es la mujer.

Podríamos ser macehuales apartados de este concepto, creernos lejanos de esta sensación, decir en verdad que el punto exacto es cuando se siente el cansancio. Sin embargo, dudo que alguien sin imaginación haya pensado en leer esto o cualquier otra cosa.

No, yo sé que puedes imaginarlo, ir más allá del punto inmediato entre la realidad competitiva y la realidad conciliadora.

Imagina.

domingo, julio 17, 2005

Descansa en paz

Esto nunca debió de terminar de esta manera. ¿Qué puedo hacer? Todo lo iniciaste tú, con tus constantes críticas, tus formas irregulares de existir, tu siempre ausentes gestos. Muchos años tuvieron que pasar para que esta situación llegará hasta donde se encuentra hoy. Te gritaba, te insultaba, tú arrancabas mis huesos de raíz, te quedabas con ellos y después los rompías a voluntad. Paso a paso me observabas, siempre tras de mi, siempre iluminada siempre arrastrándote, siempre jugando a ser como yo, pero después te hartabas del juego y desaparecías, te ibas como si no fuera nadie.
Vinieron a mi vida las dudas, los encuentros conmigo en la penumbra en la oscuridad. A veces de golpe prendía las velas para no estar conmigo dentro de este silencio de luz. Te miraba y mi estomago se revolvía, encontraba siempre respuestas para darte vida, para admirarte, para darme cuenta que por más que te engrandecieras o te volvieras pequeña, seguías siendo la misma. Intente mantenerte a mi lado pero ahora ya no puedo, mi nueva existencia me aleja de la posibilidad de tenerte conmigo, me he vuelto un ser nocturno y he apagado todas las luces. Lo siento por tu partida pero es inevitable, no te odio pero no puedes seguir existiendo, Sombra mia, descansa en paz.

Luz de Jade: Carta a ella (fragmento)

Mientras caminabas como ángel, con tus alas extendidas al cielo, yo te observaba. Miraba el firmamento, buscando el verdadero color del amor. Amor, palabra demasiado gastada y sin sentido ahora para que te hable de ello.
Cambiemos entonces el significado mientras caemos en las palabras, en los juegos de manos, en la pequeña escalera pintada, subamos al columpio, juguemos en la resbaladilla. Yo sólo tengo cinco años tú siete, no te preocupes, me gusta aprender las cosas del amor.
Enséñame a cortar una flor y dime cómo dártela, explícame el facinante proceso de poner en el cuaderno el corazón y dime cómo se dibujan las flechas y las gotas de sangre. Toma mi mano mientras nos sentamos en el suelo para ver la película del cinito. Dime que te gustan mis labios, dime que te gusta mi sonrisa, dime que mi ombligo es bonito y que mis ojos cuando les da el sol se ven hermosos; deja te digo como me encantan tus rizos claros, tus ojos color miel, tus manos lindas, tus cachetes, tu pequeño uniforme que te hace ver tan niña, tan favorita de todos.
Dime otra vez tu nombre, que ahora me enamoro de tu persona no de tu identidad, suspira y dime cómo hacerlo. Ya sé que vives en esa casa blanca con rejas y puerta café te he visitado y en sueños lo sigo haciendo.
Sueño contigo, de verdad lo hago, nos tomamos de la mano, te beso la mejilla y tú mi boca, te veo caminando y sonriendo, me encanta tanto que me tomes de la mano. Mi primer beso, mi primera caricia, sobre tu cabello, sobre tus pequeños labios, sobre los mios, tú mi primer verdadero amor.
Y repito tu nombre mil veces y no me canso, siento que lo puedo olvidar sino lo digo, María Luisa. ¿Porqué me separan de ti? ¿Porqué me llevan a donde no existen seres como tú? Mi niña, mi pequeña María Luisa ya eres una mujer, yo intento ser hombre, trato no recordarte, no pensar más en ti. Cosa extraña, he olvidado los nombres de personas que conocí hace media hora sin embargo aún no olvido el tuyo. Pero te aseguro que es porque tú tuviste lo más especial de mi, lo más noble que pude tener alguna vez, el amor de la inocencia. ¿Recuerdas la canción? Esa que te canté, lo primero que escribí, a ti entregué mi primer pensamiento de amor en papel.
Te quiero
dulce amor de mi vida,
cuándo voy a volver,
porqué me llevan lejos de ti.
Te quiero
dulce amor de mi vida,
yo no sé qué pasó,
porqué me quitan de tus brazos,
yo no sé qué pasó
porqué me llevan lejos de ti.
Te quiero
dulce amor de mi vida,
yo siempre te voy a amar,
dulce amor de mi vida,
dulce ángel de mi vida...
Jamás volví a ser el mismo, me sentí traicionado por todos los que me rodeaban. Y pudimos ser un amor de siempre, pudimos no serlo, pero quiero creer que sí lo hubieramos sido. Después de ti, hubo muchas no puedo negarlo; pero de las tantas nunca logré sentir lo que me hizo una. Tal vez por eso me transformé a esta manera, tal vez por eso me volví odioso, lleno de deseos pero no de sentimientos. Debo aceptarlo, soy un ser vacío, sin fuerza, sin cordura, un ser que no ofrece nada a cambio de vivir; ahora sé el orígen, nuestra ruptura. Después de ti no volví a portarme así, como un niño.
Yo sigo buscando la puerta verde que lleva al paraíso, esa que tanto te mencioné y que me ayudaste a dibujar.
¿Recuerdas? Tú fuiste la primera que me llamó Jaguar. Yo te di tu misión, y comenzate la búsqueda del jade irrompible. ¿Lo habrás encontrado, lo tendrás en tus manos?Yo por mi parte no he dado con la puerta, pero sigo buscando.
Temo decirlo, pues no sé si aún como cuando niños lo hagas, pero repito tu nombre en mi mente y pienso en tus rizos claros, cierro los ojos y en mis sueños te busco, a veces te encuentro, a veces sé que estuviste ahí por tu aroma a lavanda.
María Luisa, mi niña, mi amor, mi Jade, mi puerta al paraíso, sigo siendo tu buscador, el niño que se convirtió en Macehual, el Macehual que se hizo Jaguar y el Jaguar que se volvió un sueño.

La guerra de los conquistados

Caminando entre la penumbra de la neblina, entre grandes valles, a las orillas de los bosques, cerca de los cerros más altos. El caminar de los guerreros, sus pasos cimbraban la tierra, los tambores al compás explotaban en primitivos sonidos bélicos. El olor a la mañana, a la brisa, a la tierra húmeda, a la piel y a la madera. Escudos adornados con plumas finas, cubrían sus brazos, al frente la casa de los dardos, atrás la casa de las lanzas, en la orillas la casa de los escudos. Los grandes señorios estaban ahí viendo, esperando, planeando como quien juega con soldados de palo.
Un cuerno, y después el silencio. Luego a lo lejos se escuchaban cantos, acercándose, poderosos pasos, sus casas también presentes, sus dioses también mirando, lado a lado, junto a nosotros los pueblos se unían a esperar.
De repente, los truenos, los venados corriendo, los bárbaros con armaduras plateadas de materiales más duros que la piedra se acercaban, sus lanzas, sus espadas, sus cascos más resistentes, las máquinas de fuego, los gritos e insultos que decían.
El sol aparece, suena el cuerno, las casas se lanzan a la batalla, todos valientes, todos guerreros, todos mexicanos, la primera casta de ellos, los primeros que conocieron la identidad, los que se nombraron un mismo pueblo. Muriendo por no ser conquistados.
Los bárbaros vienen con aquellos que nos traicionaron, los traidores de Tlaxcala, los traidores de las costas, los traidores que se entregaron. Sangre, golpes, gritos y gemidos, escudos rotos, lanzas rotas, dardos en el suelo.
De repente a lo lejos se da el grito de un Dios, un guerrero, es Axayacátl que ha regresado de Mictlán, ha tomado el cuerpo de nuestro capitán, de nuestro gran gobernante Cuahutémoc, el primo de Motecuzoma el emperador derrotado.
Los bárbaros lo ven y huyen, un millón parecen sólo tres centenares; el retorno del emperador vuelve feroces a los guerreros, unos cuantos escudos, un puñado de lanzas y pocos dardos se convierten en los más grandes del campo. ¿Quién triunfará?
Los bárbaros que vienen con un Dios prestado, con una guerra falsa, con mitos en sus libros, con sangre en sus manos o el pueblo de los mil sacrificios, de la muerte y renacimientos de las estrellas, el pueblo de los dioses propios, de los dioses que por nosotros se sacrificaron, quién pues tiene mayores méritos. El pueblo de bárbaros o el pueblo de los cien años.

viernes, julio 15, 2005

Reclamo de un viejo guerrero águila


Recuerdo cuando vivía al pie del monte, todas las mañanas y noches, el canto de las aves. A todas horas el murmullo del río. Ahora de eso no queda nada, todo se lo llevaron, todo quedó perdido. Mi casa, tu casa, la del vecino. Buscaba con quién arreglarlo, llevarle una ofrenda, busqué a santos, vírgenes y dioses, ninguno me ayudó con mi pena.
Encontré mujeres y hombres que no olvidaron lo que hice en aquellos años, se vengaron, me destazaron poco a poco, hasta que no quedaron más que mis ojos; mis manos en la tierra, mis pies en el mar, mis entrañas sembradas a lo largo del río. mi boca en el viento, mis brazos como martillos, mis quijadas como sus armas, mis dientes como adornos, mi corazón fue su comida y mis ojos sólo testigos de la deshonra cometida. Quién buscará la puerta ahora, mis hijos ya no viven, mis padres mucho atrás murieron, tal vez los vecinos, esos que se quedaron, los que se rindieron, los que la cabeza bajaron.
¿Creen que los vecinos vayan y busquen lo que quedó del paraíso? Si entre "disculpe y mande" se la llevan, entre palabras y respuestas de caídos, si la mirada siempre bajan, si se vengan entre ellos, si la tierra la llenan de temerosos, de callados y afligidos. ¿Cómo pues los vecinos buscarán la puerta que lleva al paraíso? Tal vez despierten, porque siempre han estado dormidos, a veces uno despierta del sueño, a veces se permanece dormido. Tal vez entonces despierten y maten a los que rompen los huesos.
¡Despierten, despierten! Despierten sólo un momento, antes de que se abran los cielos. Mueran cantando no llorando, mueran llevando la frente al sol no al suelo.
Venden la tierra en partes, como si la lluvia no mojara las tiendas, como si el cielo se hubiera secado. Y ves a los caminan llevando el cuerpo y sólo bajas la cabeza. Estos son los que quedaron de dueños, estos son los que controlan ahora el suelo. Si son ellos muera la tierra, muera el agua, muera el sol, muera la luna, muera todo que ya no hay salvamento. Cierren la puerta, escóndanla bien, que nadie más entre, que no vengan más vergüenzas, que no vengan ya, olvidemos el paraíso que de nada les servirá. Olvidemos a la vida que todos ustedes muertos caminan ya.
Mira los sueños de los que mueren contentos, mira la vida de los que creen en sus talentos.

Para Olga (fragmento)

No te lastimes de esa manera, no me enternece. No huyas de la costrucción de tus sueños, mejor explota como montaña humeante. He besado tus pasos, he halagado tus visiones, he copiado tu forma de caminar, de arrastrarte, de sentirme más que todos en la habitación.
Lo que soy para ti no es real, lo que soy no lo necesitas, lo que soy para ti no es lo que significas para mi, nunca lo será, todo lo que creas es virtual.
Te lo advierto, esto no es nuevo, solo una fase más que encontraste. Lo que te doy es lo que soy, pero parece un juego más de tu mundo infantil. No te quedes ahí, o te rasparás las rodillas. Construye tus mundos, sigue jugando a ser alguien, sigue pensando que lo tienes bajo control, es lo que esperaban todos de ti, entrégaselos. Diviertete con tu experimento, es todo lo que necesitas, no arrastres el castigo contigo, pues esto se convierte en una cadena. Lo que somos no es real, tampoco es lo que deseas, pues lo que te doy no es lo que tienes ni lo que quieres, eres sólo una fase. Deja de construir un mundo en tu entorno, no te cierres a la realidad. ¿Creías que no te tocaría? ¿Creías que todo era un juego? Despierta, la puerta se abrio.
Mira los sueños de los que mueren contentos, mira la vida de los que creen en sus talentos.

jueves, julio 14, 2005

Camino

Camino viejo, camino niño, camino que llevas de Norte a Sur entre montañas y selvas, entre mares y casas, entre bosques y desiertos; mirame una vez por lo menos, mira como estoy por dentro. Llévame hasta donde está el fin de mi búsqueda, toma mis pies y arrástralos hasta donde está el último punto de mi lamento.
Perdóname si te piso para caminar, si te lleno de tierra, de lodo, de sangre o de muertos, perdona que deba caminar sobre ti, pues no me gusta caminar sobre nadie para llegar a mi destino.
Eres el camino del indio, del amo, del esclavo, del guerrero, eres el sendero sembrado de piedra, juntas la tierra con el cielo. Entre la vejez y la juventud acompañas al ciego o al enfermo. A veces te visitamos, a veces te cantamos, pero siempre nos acompañas cuando afuera de nuestras casas la búsqueda emprendemos.
Llévame contigo, a donde se encuentra la nostalgia enterrada, llévame a donde está el nombre que repito con voz doliente, hasta donde se acaba mi aliento. No te sientas culpable de que existan distancias, no creas que no sabemos, que tú camino bello eres nuestro amigo, nuestro complice, nuestro sustento.
Aunque a la muerte nos lleves, aunque de la alegría nos saques, aunque entre flores nos dejes tú siempre serás de todos el camino.
Mira los sueños de los que mueren contentos, mira la vida de los que creen en sus talentos.

miércoles, julio 13, 2005

El Espantapájaros de Oliverio Girondo (fragmento)

No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia de igual a cero, al hecho de que amanezcan con una aliento afrodisíaco o un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! --y en esto soy irreductible-- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

De eternidad y paseos

Yo, un macehual pregunto:
¿Es eterna la vida?
¿Es eterna la muerte?
¿Son eternos los dioses?

¿Si lo son todos porqué no siempre los recordamos?
Si el jade se quiebra,
si del sueño se despierta,
que se puede esperar de esta vida
más allá de esperar a que se de lo que se de.

Y los soñadores que creen hacer mucho
los que mucho creen hacer en esta vida,
aprovechando todo lo que hay que hacer,
lo que hay que hacer en el mundo vivo.

¿Qué con ellos?
¿Qué con los que creen han de vivir en el corazón de los demás?
Qué con los que se creen jade y oro,
qué les podemos decir a los que no creen en el límite de la existencia.

Digámosles que esta vida es un paseo,
que no somos eternos,
que nunca lo seremos,
que en la tierra solo poco caminaremos,
que vivan sin prisas, sin remordimientos,
sin esperar milagros, que ya es milagro suficiente estar aquí caminando.

Digan al resto que todos estamos paseando,
por un corto rato,
todos habremos de irnos tarde o temprano,
somos mortales macehuales.

Como una pintura nos iremos borrando.
Dejen a los que se crean sabios, eternos, legendarios.
Ustedes vivan como la flor y el canto,
vivan eternos sin pensar en que solo un tiempo aquí caminamos.

martes, julio 12, 2005

De clamores

Dónde sonó el clamor primero,
ese clamor que nos hizo venir,
el clamor de la flor y de la piedra,
la flor que clama a la orilla del río,
la piedra que sostiene a la tierra
y la tierra que sostiene a la flor.

Dónde quedaron los viejos guerreros,
los que no se asustaron con el clamor,
los que no miraron con angustia,
los que no perdieron valor.

Bajo tu manto se protegieron,
pero fueron pretextos,
pretextos fue lo que dieron,
como respuesta los ofrecieron.

La flor y los guerreros,
la piedra y los pretextos,
los ofrecimientos y el valor.

Todos ellos viven
allá de donde algún modo se vive,
se vive donde ellos dicen
que hay tierra y agua que hablan.

Dónde sonó el clamor primero,
en la piedra, en la tierra o en la flor,
el clamor primero sonó en el cielo
primero sonó en el guerrero,
sonó en el corazón.

lunes, julio 11, 2005

Tlahcuilo (fragmento cotorreo del viejo y joven )

—Muy buenos días, cómo amaneció hoy, con frío de seguro— le dije sobando mis manos contra el pantalón de mezclilla café, acercándome al fogón. —Pues amanecí como siempre. —contestó con su voz ronca y templada, con su mirada nublosa y fría—. Todo es como siempre muchachito, nunca es distinto, las cosas no cambian aunque te digan que lo hacen. Las cosas son eternas, las ideas y la forma de hacerlas. Lo que cambian son las personas.
Siempre, cuando lo escuchaba atentamente, me perdía en sus historias, cuentos de viejos bandoleros, leyendas de brujas que bailaban bajo la luna y se convertian en bolas de fuego y mujeres que eran desaparecidas por gente de mal. Él era un viejo más muerto que vivo, de unos setenta y tantos años. Lo conocí en un viaje a Valle verde. Cuando me mudé ahí dos años después él todavía vendía elotes cocidos y asados desde muy temprano, antes de que el sol se asomara.
—Todavía aquí, ya son las ocho de la noche... pues ¿a qué hora duerme?— me miró con tanta profundidad que me hizo sentir mar y cielo a la vez. —Hijo, no te has dado cuenta aún, yo no duermo, yo no descanso, yo no me muevo de este lugar. —su semblante se transformó y comenzó a hablar mientras movía el fogón con una vara gruesa y larga que le servía para sostenerse.
—Cuando encontré este sitio que tú ves, las cosas eran como ahora lo son, pero las personas distintas. Nunca he dejado este lugar desde que lo fundaron mis padres, yo les ayudé a formarlo como ora lo ves. Yo encontré el maiz y fue mi idea. Yo sé que no sabes aún quien soy, y la mera verdad no pienso decirtelo tan así como así, porque eso de contar historias con finales anticipados no es de buena voluntad.
¡Azorrillense! Cabrones malnacidos. —su estruendosa risa seguida de una tos me hizo sentarme y escuchar.—Dicen que no vengo, dicen que no voy, dicen que ya no estoy y que ya me voy. Hijos de la chingada, la madre que los parió. ¡Azorrillense cabrones! ¿Creen que me han dado muerte por quitarme poder sobre ustedes? Están pero muy equivocados, cuando yo me siento es porque ya sé el lugar en el que andaron. Las penas son nuestras, pero son de todos cuando los demás las escuchan, creen que me dejaron muerto, creen que mi camino se acabó. Y ahí están como arrieros, dale que dale, dale que dale, sin para una y otra vez, jodiendo, como sombra entre los cerros. Pero mi niña, la luna no me deja, siempre me consuela, al lado del fogón. ¡Azorríllense! Que no me he ido y no me voy, como creen muchos que ya no estoy.
Al tiempo, cuando este lugar fue creado, los animales andaron ahí. —señaló con su vara hacia el puente que estaba sobre el río. —El pavorreal, el perro, la serpiente, el jaguar y todo lo vivo y bonito que estaba aquí. Pero eso se acaba, eso no deja nada. Mis padres, los fundadores, vieron como se derrumbaba con la llegada de aquellos, los que ahora viven entre nosotros aquí. No cambeo la cosa mucho aunque digan que sí. Antes, el águila devoraba al pavorreal, a áquella se la tragaba el perro, luego al perro se lo comía el jaguar, al jaguar lo mordía la serpiente y otra vez se repetía.— suspiraba el viejo, miraba al fogón, tomaba de la botella escondida, me miraba y continuaba—. Los primero que llegaron se volvieron ricos, de mucho poder, tenían oficios, tenían esposas, hijos, música y todo eso. Pero fueron egoístas y creyeron que esta tierra era de ellos, y cuando vieron que no era así, porque yo se los dije con permiso de mis padres, sus corazones se entristecieron, y el corazón se les cansó, y entró de golpe el silencio a sus caminos, y el camino los tapó. Luego otros, otros más, y lo mismo. Llegaban, se llenaban de avaricia y se iban a otros lugares. Los fundadores, mis padres ya se habían ido mucho atrás, pero aún así yo me quedé. Me debí de haber ido a donde ellos agarraron, cuando me arrepentí ya me llevaban buen tramo y no me quedó otra que ponerme aquí donde me ves.
Luego llegaron las mujeres, se ponían ahí a la orilla del río, sin sus ropitas se bañaban y le pedían a la tierra todo. Y la tierra se los daba, y los hombres que ellas tenían iban y hacían guerra con los vecinos. Y le daban a los fundadores regalos, de esos que ellos creían que eran como dioses. Era bonito, como lo es ahora, porque las cosas no son tan desiguales, más bien son como las ves ahora nomás que con otra gente. Después llegaron los otros, los que mataron a estos. Y los castigaron por haber matado, por haber hecho lo que ellos creyeron que era bueno.
Y pues vieron eso los fundadores, y así me dijeron a mi, que era mi tarea castigarlos. Y así hago desde siempre, por eso hice que esto creciera —tomó una mazorca y la azotó contra la tierra—. Me le quedé viendo con un rostro pálido, frente a mi tenía a un Dios, a uno de los hijos de los creadores. Los fundadores lo castigaron por no irse de aquí, su tarea ahora era obvia y la maldición del hombre, nuestra maldición se mostraba tal cual. Tomé mis cosas y me marché para continuar con mi camino.

viernes, julio 08, 2005

El sueño rodeando

Caminemos de regreso a la tienda principal. Estoy cansado.
Admiro el paisaje. Los ojos del águila viendo el pasto más verde. La luz es más clara, la noche se esconde. Los alrededores se oscurecen pero no así el camino. Siempre rodeado por el agua, por el sonido, por la piedras y los peces que silenciosos se mueven. Miro al animal acechar. Como siempre nos persigue, es sólo por su signo, nunca lo hace por molestas, más bien por verificar que no lo traicionemos de nuevo.
Recuerdo los lugares de cuando era niño. Parecía que mi mundo no tendría fronteras, las campanadas despertaban a todos, el dulce sonido de las aves jugueteando con el aire.
El pasto más verde, la luz más brillante, sin miedo a caer, con el sudor en la frente, con la tierra en las manos. La carcajada no esperaba una hora específica.
Después de esos años, me dí cuenta que antes de nosotros no hubo caos, no hubo desorden, ese Dios nos engaño, nos hizo creer que el orden llegó con nosotros, con nuestro mundo, jamás fue cierto. El caos es el final total, no un retorno a la normalidad, ni el encuentro con el hombre mismo, ni el viaje al paraíso. El final, el final total es el caos, el último y más grande caos que las estrellas hayan visto.
Las alturas cada vez son más cercanas y los precipicios menos hondos ¿Cuándo encontraremos el límite, cuándo dejaremos de buscar la respuesta a la pregunta? Soluciones baratas y temporales, primero respondemos a lo inmediato y después a lo infinito. Patético ser humano. Gritando para ser escuchado, corriendo para no ser alcanzado, soñando para no vivir y viviendo para no morir. ¿Cuál es el final de la historia?
La ocuridad acaso, un recuerdo vano de una tribu sobreviviente, el país en un planeta lejano. ¿Cuándo termina la historia? ¿Cuando el historiador muere o cuando ya no haya nadie que la lea?
El fin es más lejano de lo que se siente pero más cercano de lo que se cree en verdad. Mientras busquemos la puerta, esa que nos lleva al paraíso. La que nadie controla, la que es el premio de unos cuantos, la que se encuentra sin seguir las reglas, la que se encuentra siguiendolas, la que está esperando.
La puerta que lleva al paraíso.

Esta canción (Silvio Rodríguez)

Me he dado cuenta de que miento
siempre he mentido
siempre he mentido.

He escrito tanta
inútil cosa
sin descubrirme
sin dar conmigo.

No amar en seco
con tanto dolor
es quizás la última verdad
que queda en mi interior
bajo mi corazón.

No sé si fue
que mataste mi fe
en amores sin porvenir
que no me queda ya
ni un grano de sentir.

Yo se que a nadie
le interesa
lo de otra gente
con sus tristezas.

Esta canción es más que una canción
Y un pretexto para sufrir
y más que mi vivir
y más que mi sentir.

Esta canción es la necesidad
de agarrarme a la tierra al fin
de que te veas en mí
de que me vea en ti.

Yo sé que hay gente
que me quiere
yo se que hay gente
que no me quiere.

jueves, julio 07, 2005

De relación con tu mundo (carta responsoria a Emilia)

Sé que muchas veces me has preguntado las razones de mi situación. Son imposibles de enunciar en su totalidad. Cuestión que no has comprendido. Entiendo o por lo menos trato de entender que quieres algo más seguro, un sostén, por así decirlo, alguien en quien puedas apoyarte.
Nueve años pasaron desde la última vez que te vi. No creo necesario repetirte cuánto sufrí sin verte y cuánto sufro hoy por ti.
La separación fue innevitable, tus padres, mi hermano, los amigos, la puerta; todo indicaba que nuestros caminos se verían separados. Recuerdo todavía cuando solías cantarme esas canciones que inventabas. Con tu voz desafinada, con tu sonrisa de niña, cuando siempre llamabas a mi casa tocando la campana del pozo. ¿Recuerdas? Contigo aprendí a tocar guitarra. Contigo aprendí a decir cosas de esas que a las mujeres les gustan.
Cierto día, quisiste sorprenderme con un collar en el bosque. En el camino se te cayó, lloraste, me dijiste que algo malo había pasado. Que tal vez sería la última vez que te querría ver. Que tonta fuiste.
Después me vino la enfermedad. Y todos los días me visitabas. Fue cuando comenzaron las pruebas de los dioses. Sus mensajes, sus visiones presentadas ante mi.
Me cuestionabas, siempre lo hacías. Aún viéndome llorar ante la tumba de mi familia me preguntabas sobre nuestros caminos. Cuando me curé de la enfermedad tuve que irme, lo prometí, sé que no lo piensas de esa forma, sé que creías que no estaba en deuda con nadie, pero hoy te repito. Sí lo estoy.
Ahora, a tantos momentos de nuestra casa, camino todos los días y avanzo tan poco. La luna del bajío se convirtió en luna tucumana, la luna tucumana, en luna roja y después en luna de siempre. El camino no ha terminado. Sin embargo mis cartas terminan hoy.
No encuentro sentido a seguir intercambiando palabras que cada vez tienen menos valor. Tus búsquedas no son las mias ni la mia es tuya. Mi encuentro contigo ya no se llevará a cabo, nuestras vidas al encontrarse solo se destruirián.
Yo sé que como tú me lo dijiste, no es una sorpresa nuestra separación. Tampoco lo es que tu camino fuera opuesto al mio. Sólo quiero decirte que nunca quize separarme de ti. Lo hice porque era necesario.

miércoles, julio 06, 2005

La máquina voráz (la edad de la pereza)

El primer recuerdo de mi existencia es el tambor y la máquina. Muchos rechinidos, un tambor que daba dos golpes y luego otros dos, y así sin parar, un ritmo sin igual, luego a ciertas horas, rechinidos, a veces más fuertes a veces más débiles. Siempre estaban presentes. Siempre eran constantes, siempre me daban tranquilidad.
En ocasiones, es cierto, sentía un poco de miedo al saberme en la oscura espesura de un liquido que me rodeaba. No podía tocarme, olerme, sentirme, no podía verme de lejos ni de cerca. Sólo de vez en cuando percibía a alguien cerca de mí. Ahí comenzaron mis sueños.
El primer sueño que tuve, era yo dentro de esa cápsula cálida. Poco a poco me abría camino hacia la parte inferior, me giraba con mucha calma hasta poder lograr estar con la cabeza donde mis pies y así empezar a escarbar. De repente me di cuenta que al fondo de ese sitio estaba un punto, de un color que nunca había visto, es de aclarar que nunca había visto color alguno y aunque lo hubiera visto no conocía sus nombres. Me comencé a aproximar y cuando iba a tocar ese punto, despertaba y sentía que desde afuera algo me presionaba hacia la parte trasera de mi cápsula, donde estaba algo extrañamente formado como una larga barra que parecía impedirme mi salida. Aunque dentro de mí el miedo se incrementaba y el deseo de salir era mayor, el sonido de la máquina y el tambor me llenaban de esperanza.
Después una duda más comenzó a invadirme: ¿qué soy? Empecé a buscar en mí una razón de ser. Intenté en vano verme de lejos para saber ¿cómo soy? ¿Qué figura tengo? ¿De qué color soy? Luego en la oscuridad de mi cápsula, en esa infinita oscuridad, sentí que algo más estaba dentro conmigo. Intenté nuevamente escapar, moví mi forma para lograr arrebatarme de la estructura creada para retenerme y nuevamente sentí la presión dictatorial de la barra tras de mí, y no sólo eso, sentí que algo me retenía de la parte media de mi forma. Algo alargado, algo que me alimentaba, que me daba energía pero a la vez me detenía. Era una cadena suave que se perdía al igual que yo en la oscuridad.
Pasaron momentos, largos y cortos, aún no sabía que mi vida en la cápsula estaba medida, desconocía que a partir de mi salida de la cápsula los momentos tendrían nombres, que esa estúpida atadura tendría fracciones que medirían mi vida para siempre. Y aunque comencé a imaginarlo, algo aún más terrible sucedió.
Como de costumbre, estaba pensando en la razón de mi estancia en esta cápsula, que ahora principiaba a convertirse en una prisión, cuando de la oscuridad sentí que algo me tocaba. El terror invadió mi mente, intente apartarme de mi forma para saber qué era lo que ahí estaba, pero no pude. Nuevamente en la oscuridad sentí que algo me volvía a palpar, por primera vez sabía que no estaba solo, algo estaba ahí.
Era largo con pequeñas extremidades en las puntas que se movían a voluntad. Tras concentrarme en las extremidades me di cuenta de algo terrible. Me pertenecían. Salían de mi forma. Eran parte de mí, pero no me obedecían. Ahora todo estaba claro, la razón de mi aprisionamiento se transformaba en obvia, yo era un monstruo.
Pero ¿porqué si era un monstruo no pensaba como tal? Seguramente los monstruos pesaban en destruir, en asesinar, en dañar todo lo que había en su entorno. Yo no podía ser un mounstruo, tal vez esa no era la respuesta exacta, tal vez fui aprisionado sin razón, una equivocación de la máquina. Sin embargo la máquina y el tambor nunca me habían traicionado, nunca me habían dado la espalda. Seguramente esa noble máquina y ese sonoro tambor se darían cuenta de su falla y me permitirían ir a donde estaba ese color que aún no conozco. La respuesta más coherente a mis aflicciones era esperar en mi oscura y ahora tétrica cápsula.
Mientras pasan los momentos mi aflicción se engrandece. ¿Existe acaso la posibilidad de que la máquina y el tambor estén en lo correcto? Al fin de cuentas yo no sé qué es un monstruo y cómo se engendra. Aparte, todo parece encajar en los aciertos. Momentos han pasado y me he vuelto más irritable, mis extremidades han crecido al igual que mi forma. La barra tras de mí se vuelve más endeble, la cadena es más lenta y la máquina con el tambor empiezan a desvariar en su ritmo.
Pasa el momento, pasa liquido a mi alrededor, las extremidades, pasan sueños. Sin embargo, mi incertidumbre no cesa en su andar, viaja con cada situación, se alimenta, se fortalece y me llena de penumbras. El sueño se repite, una y otra vez. Tal vez sea un mensaje, podría tratarse de mi única salida.
Después, los sonidos se volvieron insoportables, no podía ya siquiera moverme en ese cálido lugar; la comida era cada vez menor. El plan de la máquina y el tambor eran ahora visibles, se mostraban ante mí. Me sentí abandonado, traicionado por primera vez. El tambor y la máquina me dejaban a mi destino. Pero, ¿qué otra cosa es el destino sino nuestra respuesta a lo inevitable? El destino no tenía nada que ver. Eran la máquina y el tambor que conspiraban en mi contra. Todo está claro. Quieren matarme.
Sentí un deseo enorme de salir, un deseo casi aterrador, sin embargo, antes debía planear mi escape sin que el tambor y esa máquina maldita supieran de mi huida. Al pasar más momentos intentaba pensar en el escape sin pensar en ello. Estaba convencido que la máquina y el tambor podían ver dentro de mi forma, saber con seguridad lo que pensaba y lo que sentía. Entonces comencé a violentar mi cápsula, primero con movimientos lentos y calculados, después esperé, quería saber la respuesta de mis futuros asesinos.
Con el paso del momento, me di cuenta que mi espera sólo incrementaba la próxima muerte. Simplemente el tambor y la máquina esperarían conmigo a mi deceso. La desesperación me abatía y no encontraba la manera de salir de ahí. De repente un pensamiento invadió mi conciencia, mi forma, mi sueño. ¿Si mataba a la máquina? ¿Si le ocasionaba la muerte más sublime? ¿Si la destruía?
Su poder tal vez no me lo permitiría. Más debía intentarlo, debía tratar de por lo menos demostrarle que no moriría como un monstruo dócil. Si por ser monstruo me habían encarcelado y ahora deseaban matarme, como monstruo debía morir; peleando, destruyendo, desgastándome en la ira que me consumía y me hacía sumir en la muerte.
Comencé decidido, a matar a la maquina y al tambor, a moverme violentamente, bañado en ese liquido espeso y en ese olor a carne cruda. Me moví constantemente, intentando darle muerte. De repente el tambor comenzó a sonar más rápido y fuerte, alguien desde fuera de mi cápsula presionaba sobre mí, seguramente más traidores.
Viendo que daba resultado, me volvía a mover ahora con más violencia, cada vez más y más violentamente, cada vez más rápido. Ahora estaba totalmente seguro de ser un monstruo pues sentía una gran satisfacción de saber que dentro de poco le daría muerte al maldito tambor y a la estúpida máquina chillante. Luego dejé de sentir liquido en mi entorno, en la parte superior de mi forma observé algo que brillaba como en mi sueño. Nada importaba pues sabía lo que era y moriría orgulloso de serlo.
De repente, supe que estaba por morir, alguien o algo me impulsaba al exterior de mi cápsula bendita. Ahora la luz, ahora un nuevo y desconocido color incandescente me cegaba. Extremidades me manipulaban y me tocaban en mi totalidad, me sentía violentado, ultrajado, luego sonidos extraños, unos graves que parecían comunicarse entre ellos, otro que era un rítmico sonido que me invitaba a sentir envidia por primera vez. Un último sonido tranquilizante, creí que conocido, lo sentí familiar, este sonido era agudo y sonaba fuerte y preocupante.
Luego el sonido familiar, sonó más violento y los sonidos graves más alterados, de repente me alejaron del sonido agudo sin yo desearlo, y me violentaron pero ahora físicamente, metieron algo en mi boca sacándome liquido de mi garganta y luego me golpearon. Un viento entró en mí y me llenó de olores que me saturaron, me ofuscaron, me privaron por un momento. Por primera vez sentía el dolor, el deseo de vengarme de alguien, por primera vez sentía lo que era el odio, la frustración, esos golpes hicieron que quisiera hacer daño.
La situación era confusa pero la comprendía, las formas que me sacaban de mi cápsula eran como yo, monstruos que destruían, monstruos que me habían rescatado. Seguramente escucharon mi clamor y vinieron en mi ayuda, capturando al tambor y a la máquina, haciéndolos prisioneros. Ahora entre los míos, podría ser feliz, podría dejar de soñar con colores desconocidos. A partir de este momento sabría ser al fin un monstruo. Luego, cuando mis sentidos dejaron de turbarse por los olores y recuerdos de mi cápsula. Comencé a emitir sonidos propios, sonidos que me asustaron en principio pero me hicieron sentirme relajado. Fue ese sonido, el que emitía sin control, el que me ayudo a conseguir lo que quise en ese momento. Estar cerca nuevamente del tambor y la máquina.

Introducción I

Dios, caminando en el vacío se sintió solo. Entonces decidió crear el mundo, y a su vez llenarlo de vida. Comenzó haciendo las estrellas, después creó la luz y la oscuridad, luego hizo la tierra y los mares, las montañas y los desiertos. También hizo el sol y la luna y les dio un orden. Ahí surgió la idea de que existiera el hombre y la mujer, con supuesta semejanza en apariencia y conocimientos a Él. Los formó, les dio alma y los colocó en el mundo. Sin embargo, olvidó crear a los animales y a las plantas, olvidó inventar algo que pudieran comer. Así que cada día Dios les llevó alimento a sus dos pequeños. Poco después decidió formar algo para que ellos lo tomaran y pudieran nutrirse por sí solos. Así nacieron la vegetación y los animales.
Los hombres, quisquillosos como lo son, dudaron por mucho tiempo en comer lo que miraban en la tierra y decidieron seguir alimentándose de lo que Dios les traía. El Creador, viendo a su creación, dio por resuelto el problema y destruyó al universo.Esta fue la primera edad, esta era fue conocida como: la edad de la pereza.

Luz de Jade (fragmento desde el inicio, Buscador)

¿Puedo acaso recordar la última vez que vi una estrella fugaz?
Mientras camino por la callecita esa, donde los nombres se pierden sobre nombres en las paredes, donde el olor a orines me motiva a no continuar, ahí donde está el contenedor de basura bloqueando la vista; exactamente ahí encuentro la casa del animal.
Entro descuidado, aparentando conocimiento profundo, como siempre. Saludo de la forma habitual, me doy cuenta que la desconocen y me cuestionan sobre mis lugares y tradiciones. ¿Porqué habría de entrar al sitio menos esperado buscando algo que aún no sé qué apariencia tiene?
Y es que desde siempre lo supé, no todas las puertas son cuadradas, no todas son de madera, acero o roca. Tampoco no todas llevan a lugares con sillas cómodas y jarras con agua fresca disponibles para toda ocasión. Me dejé llevar al camino de piedra, me dejé encontrar por los hombres. Aunque muchas veces traté de volverme no pude voltear, solo me transformaba en el buscador, porque ahora ese es mi nombre, Buscador. Cuando me separaron de ella, de él y de aquellos fue cuando supe que no regresaría jamás.
¿A dónde dicen que te llevan cuando te llevan al paraíso? La luz te ciega, aunque la oscuridad con lobos te rodee. ¿Cómo es el paraíso? Verdes praderas, luces incandecentes, un camino sin fin. No puedo creer eso ¿Está ya listo en una generalidad de gustos? ¿Es un estereotipo?
¿Es selva, montaña, desierto, tundra o playa. Un planeta distinto o este mismo? ¿El paraíso es una sensación, un lugar o un momento irrepetible lleno de placer?
Entro, la cortina de corcholatas me impide accesar, la abro. ¿Estás aquí?

martes, julio 05, 2005

Luz de jade (fragmento)

Tal vez recuerdes cuando aún nos encontrábamos en los sueños, constantemente sin limitaciones te miraba desvelarte frente a mi. Velo negro, velo azul, velo de colores exquisitos, ve lo que me has vuelto. En los horizontes de nuestros hogares jugábamos. Junto al camino, junto a las pisadas del hombre.
Un mundo de milagros constantes nos rodeaba, creiamos que como aves brotarían de nuestras espaldas alas enormes y blancas que nos dejarían volar hasta el fin del cielo. Después mirabamos las estrellas, caía tendido en el pasto, sobre la catarina, sobre el cienpiés y el gusano. Ahí me perdía en sueños egoístas pues no los compartía contigo. Cuando era una pesadilla abría los ojos, y caminando dormido te encontraba. Alcanzabámos los límites del sueño, donde todo era oscuridad, donde la realidad se tornaba cruda, en el espacio en el que hoy me encuentro.
Pero ahora los mismos sueños nos han separado. Tú buscando el fulgor de una roca, yo el destello de una puerta. Ambos en mundos distintos, ambos perdidos entre fuegos, entre aguas y aires, ambos en tierras desconocidas. ¿Qué es lo que ahora nos une? ¿Acaso los seres que nos amarraban a la tierra? ¿El caracol, la flor y el jaguar?
Cada uno alcanza las distintas alturas de los sueños, lo sé, desconocemos en dónde nos encontramos, pero de vez en vez sé a ciecia falsa que ahí estuviste. Percibo tu aroma a lavanda, percibo el destello del jade. Sé que nuestras ambiciones nos han hecho tener un hambre insaciable. Sé que el calor que ahora siento dejó de ser normal hace muchos años, y con más fuerza sé que el tiempo es sólo la medida del cobarde.
No quiero perderme otra vez en tus sueños, por eso ya no te visito, por eso procuro no buscarte pero los caminos son los mismo aunque nuestros sueños sean ahora desiguales. Dime otra vez ese nombre el que me decías cuando tenías miedo. Llámame como cuando eramos libres, cuando aún no buscabamos lo perdido. Grita mi nombre a la brisa, gritalo a los vientos, nunca lo escucharé pero estoy seguro que en este momento lo estás haciendo.

lunes, julio 04, 2005

Dato curioso #150 de Animal Planet

Los puercos son los únicos que no pueden voltear al cielo, y de la misma forma son los únicos seres vivos que pueden prolongar un orgasmo hasta por treinta minutos con singular alegría y sin esfuerzo.

¿Será que no voltean porque se la pasan entre orgasmos y huyendo del rastro?

Oración y pedimento (fragmente de Tlacuhilo)

Tloque-Nahuaque, Ipalnemohuani, Yohualli-Ehécatl. Tus hijos te han entregado: sus corazones, su flor y su canto. Dichosos los que por ti se quiebran siendo jade, y se desgastan cuando son plumas de quetzal, pues a ti Dador de vida llegan cubiertos por los rayos del sol.

Años han pasado ya desde tu olvido, cerca de los conquistadores nos has abandonado; ninguno de los antiguos ha sobrevivido. Fuimos ofendidos, destruidos por unos bárbaros cuando tu hijo nos traicionó. Dijeron que éramos diferentes, que dentro de nosotros no teníamos nada, pero bajo tus ojos toda la tierra es una, bajo tu manto todos somos hombres de maíz, todos somos macehuales, merecedores por los sacrificios.

¿Recuerdas al poeta y al pintor? Tus hijos, el cuicapicqui y el tlahcuilo bajo la espada y el látigo han muerto. Hazlos renacer en alguien digno, tráelos del lugar de los muertos, abre las puertas de Mictlán y has que te den nuevamente tu flor y tu canto. Sea pues.

¿Quién pensaría que de entre la inmundicia pudiera nacer algo exquisito? Los hongos nacen en el estiércol del caballo y la oveja, luego se convierten en deliciosos alimentos. ¿Quién voltearía hacía un imperio en ruinas para buscar a un elegido? ¿Nadie?

El sueño arisco

A veces me pierdo en pensamientos guajiros. Entre los humos del encanto, del sueño o del viaje. El olor a la tierra seca. Porqué tenemos que evitar las palabras como: bonito y lindo.

Si fuera un árbol ya me hubieran talado. Si fuera un animal ya estaría disecado. Que bueno que soy humano asi me como al animal y me duermo bajo el árbol. Que bueno que no soy viento, que bueno que soy fuego o algún elemento porque no me gusta ser sólo una cosa.

Hoy desayuné otra vez tarde. Abro los ojos y como siempre miro mis manos. Es por instinto, me despierto tarde, busco la jarra de agua hasta que recuerdo que no tengo ninguna. Voy al baño, me lavo la cara, cepillo mis dientes. Leo, leo. Que aburrido es leer libros que ya conoces el final. Es mejor leer cartas o mensajes en tu buzón. Por lo menos no son siempre los mismos. O sí???

Se acuerdan del libro Cien años... hoy me lo encontré en el bonche que tengo. No me gusta, se me hace tan poca cosa para tantas hojas... no hay nada como un libro corto que diga más. "Y cuando desperté el dinosaurio aún estaba ahí." Eso dice más.

Al final no soy jaguar ni viento... pero sí soy y siempre seré Macehual.

Si todos fueran literatos, poetas, filosofos, locos, enfermos o historiadores; yo fuera contador.

Noche de leones Posted by Picasa

El sendero del exilio

Amo el paisaje, convivir con la gente y conocer nuevos lugares. Dijo el viajero. Yo amo la tierra, amo el campo, los animales y el olor a humedo. Dijo el caminante. Yo amo a los niños, sus risas, sus juegos en las praderas. Dijo el que pasaba. Yo no amo mi paisaje, tampoco este olor, ni ver a los niños con hambre. Dijo el que ahí vivía.

Hace unos años tuve que iniciar el exodo a estas tierras para poder estar lejos de aquellos que solo saben hacer daño. Viví en los lugares más extraños del mundo. Conocí a la gente más rara de la tierra. Tomé el agua más clara de mi vida.
Mientras viajaba me dí cuenta de lo triste que es el sendero del que viaja. Mostrando un espejísmo de la realidad. Haciendote reflexionar solo unos días, para después dejar los recuerdos en burdas fotografías y en papeles que nadie leerá con la posible excepción de un amante que por mostrarle confianza se le deja hojear el cuaderno de los pensamientos.
Que triste es ver a los que se buscan en viajes, que necesitan tiempo con ellos mismos para conocerse, como si la vida con uno mismo no fuera tiempo suficiente, como si el estar alejado de la vida cotidiana permitiera adentrarse en uno mismo.

Amo la guerra, obsevar a los hombres enfrentarse cara a cara por una razón justa, amo morir por la revolución. Dijo el joven cegado por las letras.

Y mientras, ahora, sin guerras, sin revoluciones, sin movimientos visibles o tangibles; vemos al niño queriendo ser hombre, quejándose aparentemente de la injusticia mientras su mente se centra en lo terrenal. Vemos al que quiere ser oprimido para contárselo a sus nietos. El que leyó mil libros y ahora se dice un ser de ideas nuevas, de ideas revolucionarias, de ideales únicos. Pedestre ser que se envuelve en sus enredaderas, pescador de ilusiones atado a los sueños. Nunca ha dejado la escuela, nunca dejará de trabajar, jamás verá un arma en sus manos, pero como marchó en áquella protesta, es un guerrero. Merece una befa.

Amo la muerte, su frío roce contra mi médula. Amo la oscuridad que envuelve al que en la noche camina. Dijo el solitario.

Callejón tras callejón vestido de negro al final buscabas algo, con un cigarro prendido deseabas llamar la atención aunque no desearás evidenciarlo. Y te dices un ser oscuro y raro, te mencionas como el incomprendido, como el que no puede tener amigos. Sin embargo a la primer oportunidad dejaste la oscuridad, dejaste el cigarro y dejaste el negro vestido. Entraste en la luz de la vanidad, en el vicio de la compañía y después entre carcajadas recordabas lo que en una ocasión te hizo llorar. Débil y frágil ser.