jueves, agosto 11, 2005

De narraciones ordinarias y extraordinarias: Abel y su eternidad en el desierto (fragmento I)

La Geografía puede decir mucho de cualquier persona, qué clima soporta, cuál es su lugar de nacimiento, dónde vive, con qué tipo de animales y plantas cohabita, tal vez hasta las probabilidades de vida, si conoce el mar o el desierto, si sus pulmones son grandes o pequeños, si padece de alta o baja presión.
La Geografía por ejemplo, en este momento me indica que estoy a nivel del mar, que mis pulmones son pequeños, que no conozco la nieve y que se he de morir presa de un predador ha de ser uno selvático. También me dice que nací en el continente americano, en el paralelo tal y que el sol me da tantas horas al día. Sin embargo aunque sí determina mi nacionalidad, no determina mi destino en las veredas, y por supuesto que no dice cuáles serán mis decisiones, y por último miente acerca de mis raíces.
Mi origen es el continente africano, mi piel oscura no lo dice, pues no es de ese color, más bien, blanca, pálida, casi azulada. Mi cuerpo delgado, esquelético, mis ojos hundidos, mi barbilla partida, lampiño de todo el cuerpo, con la cabeza rapada, los labios siempre partidos y vistiendo túnica azul con sandalias de piel color marrón.
Sé que mi origen es africano pues mis padres adoptivos me lo dijeron, ellos a su vez fueron adoptados y así sucesivamente, soy la generación cuarenta y cuatro de hijos adoptados por adoptados. También soy uno más de los que contrajeron matrimonio sin tocar en ningún momento a su esposa, situación que me hace sentir dichoso, jamás he roto el celíbato, ni nadie en mi familia lo hizo, el celíbato en mi familia corre desde sus inicios.

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