El jaguar busca la puerta verde que lleva al paraíso por eso siempre está en la selva viviendo la felicidad en sencillez y no la infelicidad compleja...
miércoles, julio 27, 2005
Don Tomás
Vigilante letargo
jueves, julio 21, 2005
Alberto X (fragmento cap I)
miércoles, julio 20, 2005
Entre el sueño y la realidad
¿Cuándo, en qué punto exacto te das cuenta de que tienes sueño? En el momento en que tus ojos se comienzan a cerrar, volviéndose los párpados tan pesados que se torna imposible mantenerlos abiertos, cuando tu cuerpo comienza a relajarse al extremo, de forma tal que tu mano deja de obedecer a tu cerebro. Cuando dejas la realidad inmediata y entras en la realidad perfecta, en esa realidad de pesadillas y sueños hermosos, donde eres devorado por animales o humanos, donde encuentras a la mujer, que no es la de tus sueños, pues estás en ellos, así que solo es la mujer.
Podríamos ser macehuales apartados de este concepto, creernos lejanos de esta sensación, decir en verdad que el punto exacto es cuando se siente el cansancio. Sin embargo, dudo que alguien sin imaginación haya pensado en leer esto o cualquier otra cosa.
No, yo sé que puedes imaginarlo, ir más allá del punto inmediato entre la realidad competitiva y la realidad conciliadora.
Imagina.
domingo, julio 17, 2005
Descansa en paz
Vinieron a mi vida las dudas, los encuentros conmigo en la penumbra en la oscuridad. A veces de golpe prendía las velas para no estar conmigo dentro de este silencio de luz. Te miraba y mi estomago se revolvía, encontraba siempre respuestas para darte vida, para admirarte, para darme cuenta que por más que te engrandecieras o te volvieras pequeña, seguías siendo la misma. Intente mantenerte a mi lado pero ahora ya no puedo, mi nueva existencia me aleja de la posibilidad de tenerte conmigo, me he vuelto un ser nocturno y he apagado todas las luces. Lo siento por tu partida pero es inevitable, no te odio pero no puedes seguir existiendo, Sombra mia, descansa en paz.
Luz de Jade: Carta a ella (fragmento)
La guerra de los conquistados
viernes, julio 15, 2005
Reclamo de un viejo guerrero águila

Mira los sueños de los que mueren contentos, mira la vida de los que creen en sus talentos.
Para Olga (fragmento)
Mira los sueños de los que mueren contentos, mira la vida de los que creen en sus talentos.
jueves, julio 14, 2005
Camino
miércoles, julio 13, 2005
El Espantapájaros de Oliverio Girondo (fragmento)
¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.
De eternidad y paseos
¿Es eterna la vida?
¿Es eterna la muerte?
¿Son eternos los dioses?
¿Si lo son todos porqué no siempre los recordamos?
Si el jade se quiebra,
si del sueño se despierta,
que se puede esperar de esta vida
más allá de esperar a que se de lo que se de.
Y los soñadores que creen hacer mucho
los que mucho creen hacer en esta vida,
aprovechando todo lo que hay que hacer,
lo que hay que hacer en el mundo vivo.
¿Qué con ellos?
¿Qué con los que creen han de vivir en el corazón de los demás?
Qué con los que se creen jade y oro,
qué les podemos decir a los que no creen en el límite de la existencia.
Digámosles que esta vida es un paseo,
que no somos eternos,
que nunca lo seremos,
que en la tierra solo poco caminaremos,
que vivan sin prisas, sin remordimientos,
sin esperar milagros, que ya es milagro suficiente estar aquí caminando.
Digan al resto que todos estamos paseando,
por un corto rato,
todos habremos de irnos tarde o temprano,
somos mortales macehuales.
Como una pintura nos iremos borrando.
Dejen a los que se crean sabios, eternos, legendarios.
Ustedes vivan como la flor y el canto,
vivan eternos sin pensar en que solo un tiempo aquí caminamos.
martes, julio 12, 2005
De clamores
ese clamor que nos hizo venir,
el clamor de la flor y de la piedra,
la flor que clama a la orilla del río,
la piedra que sostiene a la tierra
y la tierra que sostiene a la flor.
Dónde quedaron los viejos guerreros,
los que no se asustaron con el clamor,
los que no miraron con angustia,
los que no perdieron valor.
Bajo tu manto se protegieron,
pero fueron pretextos,
pretextos fue lo que dieron,
como respuesta los ofrecieron.
La flor y los guerreros,
la piedra y los pretextos,
los ofrecimientos y el valor.
Todos ellos viven
allá de donde algún modo se vive,
se vive donde ellos dicen
que hay tierra y agua que hablan.
Dónde sonó el clamor primero,
en la piedra, en la tierra o en la flor,
el clamor primero sonó en el cielo
primero sonó en el guerrero,
sonó en el corazón.
lunes, julio 11, 2005
Tlahcuilo (fragmento cotorreo del viejo y joven )
viernes, julio 08, 2005
El sueño rodeando
Admiro el paisaje. Los ojos del águila viendo el pasto más verde. La luz es más clara, la noche se esconde. Los alrededores se oscurecen pero no así el camino. Siempre rodeado por el agua, por el sonido, por la piedras y los peces que silenciosos se mueven. Miro al animal acechar. Como siempre nos persigue, es sólo por su signo, nunca lo hace por molestas, más bien por verificar que no lo traicionemos de nuevo.
Recuerdo los lugares de cuando era niño. Parecía que mi mundo no tendría fronteras, las campanadas despertaban a todos, el dulce sonido de las aves jugueteando con el aire.
El pasto más verde, la luz más brillante, sin miedo a caer, con el sudor en la frente, con la tierra en las manos. La carcajada no esperaba una hora específica.
Después de esos años, me dí cuenta que antes de nosotros no hubo caos, no hubo desorden, ese Dios nos engaño, nos hizo creer que el orden llegó con nosotros, con nuestro mundo, jamás fue cierto. El caos es el final total, no un retorno a la normalidad, ni el encuentro con el hombre mismo, ni el viaje al paraíso. El final, el final total es el caos, el último y más grande caos que las estrellas hayan visto.
Las alturas cada vez son más cercanas y los precipicios menos hondos ¿Cuándo encontraremos el límite, cuándo dejaremos de buscar la respuesta a la pregunta? Soluciones baratas y temporales, primero respondemos a lo inmediato y después a lo infinito. Patético ser humano. Gritando para ser escuchado, corriendo para no ser alcanzado, soñando para no vivir y viviendo para no morir. ¿Cuál es el final de la historia?
La ocuridad acaso, un recuerdo vano de una tribu sobreviviente, el país en un planeta lejano. ¿Cuándo termina la historia? ¿Cuando el historiador muere o cuando ya no haya nadie que la lea?
El fin es más lejano de lo que se siente pero más cercano de lo que se cree en verdad. Mientras busquemos la puerta, esa que nos lleva al paraíso. La que nadie controla, la que es el premio de unos cuantos, la que se encuentra sin seguir las reglas, la que se encuentra siguiendolas, la que está esperando.
La puerta que lleva al paraíso.
Esta canción (Silvio Rodríguez)
siempre he mentido
siempre he mentido.
He escrito tanta
inútil cosa
sin descubrirme
sin dar conmigo.
No amar en seco
con tanto dolor
es quizás la última verdad
que queda en mi interior
bajo mi corazón.
No sé si fue
que mataste mi fe
en amores sin porvenir
que no me queda ya
ni un grano de sentir.
Yo se que a nadie
le interesa
lo de otra gente
con sus tristezas.
Esta canción es más que una canción
Y un pretexto para sufrir
y más que mi vivir
y más que mi sentir.
Esta canción es la necesidad
de agarrarme a la tierra al fin
de que te veas en mí
de que me vea en ti.
Yo sé que hay gente
que me quiere
yo se que hay gente
que no me quiere.
jueves, julio 07, 2005
De relación con tu mundo (carta responsoria a Emilia)
Nueve años pasaron desde la última vez que te vi. No creo necesario repetirte cuánto sufrí sin verte y cuánto sufro hoy por ti.
La separación fue innevitable, tus padres, mi hermano, los amigos, la puerta; todo indicaba que nuestros caminos se verían separados. Recuerdo todavía cuando solías cantarme esas canciones que inventabas. Con tu voz desafinada, con tu sonrisa de niña, cuando siempre llamabas a mi casa tocando la campana del pozo. ¿Recuerdas? Contigo aprendí a tocar guitarra. Contigo aprendí a decir cosas de esas que a las mujeres les gustan.
Cierto día, quisiste sorprenderme con un collar en el bosque. En el camino se te cayó, lloraste, me dijiste que algo malo había pasado. Que tal vez sería la última vez que te querría ver. Que tonta fuiste.
Después me vino la enfermedad. Y todos los días me visitabas. Fue cuando comenzaron las pruebas de los dioses. Sus mensajes, sus visiones presentadas ante mi.
Me cuestionabas, siempre lo hacías. Aún viéndome llorar ante la tumba de mi familia me preguntabas sobre nuestros caminos. Cuando me curé de la enfermedad tuve que irme, lo prometí, sé que no lo piensas de esa forma, sé que creías que no estaba en deuda con nadie, pero hoy te repito. Sí lo estoy.
Ahora, a tantos momentos de nuestra casa, camino todos los días y avanzo tan poco. La luna del bajío se convirtió en luna tucumana, la luna tucumana, en luna roja y después en luna de siempre. El camino no ha terminado. Sin embargo mis cartas terminan hoy.
No encuentro sentido a seguir intercambiando palabras que cada vez tienen menos valor. Tus búsquedas no son las mias ni la mia es tuya. Mi encuentro contigo ya no se llevará a cabo, nuestras vidas al encontrarse solo se destruirián.
Yo sé que como tú me lo dijiste, no es una sorpresa nuestra separación. Tampoco lo es que tu camino fuera opuesto al mio. Sólo quiero decirte que nunca quize separarme de ti. Lo hice porque era necesario.
miércoles, julio 06, 2005
La máquina voráz (la edad de la pereza)
En ocasiones, es cierto, sentía un poco de miedo al saberme en la oscura espesura de un liquido que me rodeaba. No podía tocarme, olerme, sentirme, no podía verme de lejos ni de cerca. Sólo de vez en cuando percibía a alguien cerca de mí. Ahí comenzaron mis sueños.
El primer sueño que tuve, era yo dentro de esa cápsula cálida. Poco a poco me abría camino hacia la parte inferior, me giraba con mucha calma hasta poder lograr estar con la cabeza donde mis pies y así empezar a escarbar. De repente me di cuenta que al fondo de ese sitio estaba un punto, de un color que nunca había visto, es de aclarar que nunca había visto color alguno y aunque lo hubiera visto no conocía sus nombres. Me comencé a aproximar y cuando iba a tocar ese punto, despertaba y sentía que desde afuera algo me presionaba hacia la parte trasera de mi cápsula, donde estaba algo extrañamente formado como una larga barra que parecía impedirme mi salida. Aunque dentro de mí el miedo se incrementaba y el deseo de salir era mayor, el sonido de la máquina y el tambor me llenaban de esperanza.
Después una duda más comenzó a invadirme: ¿qué soy? Empecé a buscar en mí una razón de ser. Intenté en vano verme de lejos para saber ¿cómo soy? ¿Qué figura tengo? ¿De qué color soy? Luego en la oscuridad de mi cápsula, en esa infinita oscuridad, sentí que algo más estaba dentro conmigo. Intenté nuevamente escapar, moví mi forma para lograr arrebatarme de la estructura creada para retenerme y nuevamente sentí la presión dictatorial de la barra tras de mí, y no sólo eso, sentí que algo me retenía de la parte media de mi forma. Algo alargado, algo que me alimentaba, que me daba energía pero a la vez me detenía. Era una cadena suave que se perdía al igual que yo en la oscuridad.
Pasaron momentos, largos y cortos, aún no sabía que mi vida en la cápsula estaba medida, desconocía que a partir de mi salida de la cápsula los momentos tendrían nombres, que esa estúpida atadura tendría fracciones que medirían mi vida para siempre. Y aunque comencé a imaginarlo, algo aún más terrible sucedió.
Como de costumbre, estaba pensando en la razón de mi estancia en esta cápsula, que ahora principiaba a convertirse en una prisión, cuando de la oscuridad sentí que algo me tocaba. El terror invadió mi mente, intente apartarme de mi forma para saber qué era lo que ahí estaba, pero no pude. Nuevamente en la oscuridad sentí que algo me volvía a palpar, por primera vez sabía que no estaba solo, algo estaba ahí.
Era largo con pequeñas extremidades en las puntas que se movían a voluntad. Tras concentrarme en las extremidades me di cuenta de algo terrible. Me pertenecían. Salían de mi forma. Eran parte de mí, pero no me obedecían. Ahora todo estaba claro, la razón de mi aprisionamiento se transformaba en obvia, yo era un monstruo.
Pero ¿porqué si era un monstruo no pensaba como tal? Seguramente los monstruos pesaban en destruir, en asesinar, en dañar todo lo que había en su entorno. Yo no podía ser un mounstruo, tal vez esa no era la respuesta exacta, tal vez fui aprisionado sin razón, una equivocación de la máquina. Sin embargo la máquina y el tambor nunca me habían traicionado, nunca me habían dado la espalda. Seguramente esa noble máquina y ese sonoro tambor se darían cuenta de su falla y me permitirían ir a donde estaba ese color que aún no conozco. La respuesta más coherente a mis aflicciones era esperar en mi oscura y ahora tétrica cápsula.
Mientras pasan los momentos mi aflicción se engrandece. ¿Existe acaso la posibilidad de que la máquina y el tambor estén en lo correcto? Al fin de cuentas yo no sé qué es un monstruo y cómo se engendra. Aparte, todo parece encajar en los aciertos. Momentos han pasado y me he vuelto más irritable, mis extremidades han crecido al igual que mi forma. La barra tras de mí se vuelve más endeble, la cadena es más lenta y la máquina con el tambor empiezan a desvariar en su ritmo.
Pasa el momento, pasa liquido a mi alrededor, las extremidades, pasan sueños. Sin embargo, mi incertidumbre no cesa en su andar, viaja con cada situación, se alimenta, se fortalece y me llena de penumbras. El sueño se repite, una y otra vez. Tal vez sea un mensaje, podría tratarse de mi única salida.
Después, los sonidos se volvieron insoportables, no podía ya siquiera moverme en ese cálido lugar; la comida era cada vez menor. El plan de la máquina y el tambor eran ahora visibles, se mostraban ante mí. Me sentí abandonado, traicionado por primera vez. El tambor y la máquina me dejaban a mi destino. Pero, ¿qué otra cosa es el destino sino nuestra respuesta a lo inevitable? El destino no tenía nada que ver. Eran la máquina y el tambor que conspiraban en mi contra. Todo está claro. Quieren matarme.
Sentí un deseo enorme de salir, un deseo casi aterrador, sin embargo, antes debía planear mi escape sin que el tambor y esa máquina maldita supieran de mi huida. Al pasar más momentos intentaba pensar en el escape sin pensar en ello. Estaba convencido que la máquina y el tambor podían ver dentro de mi forma, saber con seguridad lo que pensaba y lo que sentía. Entonces comencé a violentar mi cápsula, primero con movimientos lentos y calculados, después esperé, quería saber la respuesta de mis futuros asesinos.
Con el paso del momento, me di cuenta que mi espera sólo incrementaba la próxima muerte. Simplemente el tambor y la máquina esperarían conmigo a mi deceso. La desesperación me abatía y no encontraba la manera de salir de ahí. De repente un pensamiento invadió mi conciencia, mi forma, mi sueño. ¿Si mataba a la máquina? ¿Si le ocasionaba la muerte más sublime? ¿Si la destruía?
Su poder tal vez no me lo permitiría. Más debía intentarlo, debía tratar de por lo menos demostrarle que no moriría como un monstruo dócil. Si por ser monstruo me habían encarcelado y ahora deseaban matarme, como monstruo debía morir; peleando, destruyendo, desgastándome en la ira que me consumía y me hacía sumir en la muerte.
Comencé decidido, a matar a la maquina y al tambor, a moverme violentamente, bañado en ese liquido espeso y en ese olor a carne cruda. Me moví constantemente, intentando darle muerte. De repente el tambor comenzó a sonar más rápido y fuerte, alguien desde fuera de mi cápsula presionaba sobre mí, seguramente más traidores.
Viendo que daba resultado, me volvía a mover ahora con más violencia, cada vez más y más violentamente, cada vez más rápido. Ahora estaba totalmente seguro de ser un monstruo pues sentía una gran satisfacción de saber que dentro de poco le daría muerte al maldito tambor y a la estúpida máquina chillante. Luego dejé de sentir liquido en mi entorno, en la parte superior de mi forma observé algo que brillaba como en mi sueño. Nada importaba pues sabía lo que era y moriría orgulloso de serlo.
De repente, supe que estaba por morir, alguien o algo me impulsaba al exterior de mi cápsula bendita. Ahora la luz, ahora un nuevo y desconocido color incandescente me cegaba. Extremidades me manipulaban y me tocaban en mi totalidad, me sentía violentado, ultrajado, luego sonidos extraños, unos graves que parecían comunicarse entre ellos, otro que era un rítmico sonido que me invitaba a sentir envidia por primera vez. Un último sonido tranquilizante, creí que conocido, lo sentí familiar, este sonido era agudo y sonaba fuerte y preocupante.
Luego el sonido familiar, sonó más violento y los sonidos graves más alterados, de repente me alejaron del sonido agudo sin yo desearlo, y me violentaron pero ahora físicamente, metieron algo en mi boca sacándome liquido de mi garganta y luego me golpearon. Un viento entró en mí y me llenó de olores que me saturaron, me ofuscaron, me privaron por un momento. Por primera vez sentía el dolor, el deseo de vengarme de alguien, por primera vez sentía lo que era el odio, la frustración, esos golpes hicieron que quisiera hacer daño.
La situación era confusa pero la comprendía, las formas que me sacaban de mi cápsula eran como yo, monstruos que destruían, monstruos que me habían rescatado. Seguramente escucharon mi clamor y vinieron en mi ayuda, capturando al tambor y a la máquina, haciéndolos prisioneros. Ahora entre los míos, podría ser feliz, podría dejar de soñar con colores desconocidos. A partir de este momento sabría ser al fin un monstruo. Luego, cuando mis sentidos dejaron de turbarse por los olores y recuerdos de mi cápsula. Comencé a emitir sonidos propios, sonidos que me asustaron en principio pero me hicieron sentirme relajado. Fue ese sonido, el que emitía sin control, el que me ayudo a conseguir lo que quise en ese momento. Estar cerca nuevamente del tambor y la máquina.
Introducción I
Los hombres, quisquillosos como lo son, dudaron por mucho tiempo en comer lo que miraban en la tierra y decidieron seguir alimentándose de lo que Dios les traía. El Creador, viendo a su creación, dio por resuelto el problema y destruyó al universo.Esta fue la primera edad, esta era fue conocida como: la edad de la pereza.
Luz de Jade (fragmento desde el inicio, Buscador)
Mientras camino por la callecita esa, donde los nombres se pierden sobre nombres en las paredes, donde el olor a orines me motiva a no continuar, ahí donde está el contenedor de basura bloqueando la vista; exactamente ahí encuentro la casa del animal.
Entro descuidado, aparentando conocimiento profundo, como siempre. Saludo de la forma habitual, me doy cuenta que la desconocen y me cuestionan sobre mis lugares y tradiciones. ¿Porqué habría de entrar al sitio menos esperado buscando algo que aún no sé qué apariencia tiene?
Y es que desde siempre lo supé, no todas las puertas son cuadradas, no todas son de madera, acero o roca. Tampoco no todas llevan a lugares con sillas cómodas y jarras con agua fresca disponibles para toda ocasión. Me dejé llevar al camino de piedra, me dejé encontrar por los hombres. Aunque muchas veces traté de volverme no pude voltear, solo me transformaba en el buscador, porque ahora ese es mi nombre, Buscador. Cuando me separaron de ella, de él y de aquellos fue cuando supe que no regresaría jamás.
¿A dónde dicen que te llevan cuando te llevan al paraíso? La luz te ciega, aunque la oscuridad con lobos te rodee. ¿Cómo es el paraíso? Verdes praderas, luces incandecentes, un camino sin fin. No puedo creer eso ¿Está ya listo en una generalidad de gustos? ¿Es un estereotipo?
¿Es selva, montaña, desierto, tundra o playa. Un planeta distinto o este mismo? ¿El paraíso es una sensación, un lugar o un momento irrepetible lleno de placer?
Entro, la cortina de corcholatas me impide accesar, la abro. ¿Estás aquí?
martes, julio 05, 2005
Luz de jade (fragmento)
Un mundo de milagros constantes nos rodeaba, creiamos que como aves brotarían de nuestras espaldas alas enormes y blancas que nos dejarían volar hasta el fin del cielo. Después mirabamos las estrellas, caía tendido en el pasto, sobre la catarina, sobre el cienpiés y el gusano. Ahí me perdía en sueños egoístas pues no los compartía contigo. Cuando era una pesadilla abría los ojos, y caminando dormido te encontraba. Alcanzabámos los límites del sueño, donde todo era oscuridad, donde la realidad se tornaba cruda, en el espacio en el que hoy me encuentro.
Pero ahora los mismos sueños nos han separado. Tú buscando el fulgor de una roca, yo el destello de una puerta. Ambos en mundos distintos, ambos perdidos entre fuegos, entre aguas y aires, ambos en tierras desconocidas. ¿Qué es lo que ahora nos une? ¿Acaso los seres que nos amarraban a la tierra? ¿El caracol, la flor y el jaguar?
Cada uno alcanza las distintas alturas de los sueños, lo sé, desconocemos en dónde nos encontramos, pero de vez en vez sé a ciecia falsa que ahí estuviste. Percibo tu aroma a lavanda, percibo el destello del jade. Sé que nuestras ambiciones nos han hecho tener un hambre insaciable. Sé que el calor que ahora siento dejó de ser normal hace muchos años, y con más fuerza sé que el tiempo es sólo la medida del cobarde.
No quiero perderme otra vez en tus sueños, por eso ya no te visito, por eso procuro no buscarte pero los caminos son los mismo aunque nuestros sueños sean ahora desiguales. Dime otra vez ese nombre el que me decías cuando tenías miedo. Llámame como cuando eramos libres, cuando aún no buscabamos lo perdido. Grita mi nombre a la brisa, gritalo a los vientos, nunca lo escucharé pero estoy seguro que en este momento lo estás haciendo.
lunes, julio 04, 2005
Dato curioso #150 de Animal Planet
¿Será que no voltean porque se la pasan entre orgasmos y huyendo del rastro?
Oración y pedimento (fragmente de Tlacuhilo)
Años han pasado ya desde tu olvido, cerca de los conquistadores nos has abandonado; ninguno de los antiguos ha sobrevivido. Fuimos ofendidos, destruidos por unos bárbaros cuando tu hijo nos traicionó. Dijeron que éramos diferentes, que dentro de nosotros no teníamos nada, pero bajo tus ojos toda la tierra es una, bajo tu manto todos somos hombres de maíz, todos somos macehuales, merecedores por los sacrificios.
¿Recuerdas al poeta y al pintor? Tus hijos, el cuicapicqui y el tlahcuilo bajo la espada y el látigo han muerto. Hazlos renacer en alguien digno, tráelos del lugar de los muertos, abre las puertas de Mictlán y has que te den nuevamente tu flor y tu canto. Sea pues.
¿Quién pensaría que de entre la inmundicia pudiera nacer algo exquisito? Los hongos nacen en el estiércol del caballo y la oveja, luego se convierten en deliciosos alimentos. ¿Quién voltearía hacía un imperio en ruinas para buscar a un elegido? ¿Nadie?
El sueño arisco
Si fuera un árbol ya me hubieran talado. Si fuera un animal ya estaría disecado. Que bueno que soy humano asi me como al animal y me duermo bajo el árbol. Que bueno que no soy viento, que bueno que soy fuego o algún elemento porque no me gusta ser sólo una cosa.
Hoy desayuné otra vez tarde. Abro los ojos y como siempre miro mis manos. Es por instinto, me despierto tarde, busco la jarra de agua hasta que recuerdo que no tengo ninguna. Voy al baño, me lavo la cara, cepillo mis dientes. Leo, leo. Que aburrido es leer libros que ya conoces el final. Es mejor leer cartas o mensajes en tu buzón. Por lo menos no son siempre los mismos. O sí???
Se acuerdan del libro Cien años... hoy me lo encontré en el bonche que tengo. No me gusta, se me hace tan poca cosa para tantas hojas... no hay nada como un libro corto que diga más. "Y cuando desperté el dinosaurio aún estaba ahí." Eso dice más.
Al final no soy jaguar ni viento... pero sí soy y siempre seré Macehual.
Si todos fueran literatos, poetas, filosofos, locos, enfermos o historiadores; yo fuera contador.
El sendero del exilio
Hace unos años tuve que iniciar el exodo a estas tierras para poder estar lejos de aquellos que solo saben hacer daño. Viví en los lugares más extraños del mundo. Conocí a la gente más rara de la tierra. Tomé el agua más clara de mi vida.
Mientras viajaba me dí cuenta de lo triste que es el sendero del que viaja. Mostrando un espejísmo de la realidad. Haciendote reflexionar solo unos días, para después dejar los recuerdos en burdas fotografías y en papeles que nadie leerá con la posible excepción de un amante que por mostrarle confianza se le deja hojear el cuaderno de los pensamientos.
Que triste es ver a los que se buscan en viajes, que necesitan tiempo con ellos mismos para conocerse, como si la vida con uno mismo no fuera tiempo suficiente, como si el estar alejado de la vida cotidiana permitiera adentrarse en uno mismo.
Amo la guerra, obsevar a los hombres enfrentarse cara a cara por una razón justa, amo morir por la revolución. Dijo el joven cegado por las letras.
Y mientras, ahora, sin guerras, sin revoluciones, sin movimientos visibles o tangibles; vemos al niño queriendo ser hombre, quejándose aparentemente de la injusticia mientras su mente se centra en lo terrenal. Vemos al que quiere ser oprimido para contárselo a sus nietos. El que leyó mil libros y ahora se dice un ser de ideas nuevas, de ideas revolucionarias, de ideales únicos. Pedestre ser que se envuelve en sus enredaderas, pescador de ilusiones atado a los sueños. Nunca ha dejado la escuela, nunca dejará de trabajar, jamás verá un arma en sus manos, pero como marchó en áquella protesta, es un guerrero. Merece una befa.
Amo la muerte, su frío roce contra mi médula. Amo la oscuridad que envuelve al que en la noche camina. Dijo el solitario.
Callejón tras callejón vestido de negro al final buscabas algo, con un cigarro prendido deseabas llamar la atención aunque no desearás evidenciarlo. Y te dices un ser oscuro y raro, te mencionas como el incomprendido, como el que no puede tener amigos. Sin embargo a la primer oportunidad dejaste la oscuridad, dejaste el cigarro y dejaste el negro vestido. Entraste en la luz de la vanidad, en el vicio de la compañía y después entre carcajadas recordabas lo que en una ocasión te hizo llorar. Débil y frágil ser.