lunes, julio 04, 2005

Oración y pedimento (fragmente de Tlacuhilo)

Tloque-Nahuaque, Ipalnemohuani, Yohualli-Ehécatl. Tus hijos te han entregado: sus corazones, su flor y su canto. Dichosos los que por ti se quiebran siendo jade, y se desgastan cuando son plumas de quetzal, pues a ti Dador de vida llegan cubiertos por los rayos del sol.

Años han pasado ya desde tu olvido, cerca de los conquistadores nos has abandonado; ninguno de los antiguos ha sobrevivido. Fuimos ofendidos, destruidos por unos bárbaros cuando tu hijo nos traicionó. Dijeron que éramos diferentes, que dentro de nosotros no teníamos nada, pero bajo tus ojos toda la tierra es una, bajo tu manto todos somos hombres de maíz, todos somos macehuales, merecedores por los sacrificios.

¿Recuerdas al poeta y al pintor? Tus hijos, el cuicapicqui y el tlahcuilo bajo la espada y el látigo han muerto. Hazlos renacer en alguien digno, tráelos del lugar de los muertos, abre las puertas de Mictlán y has que te den nuevamente tu flor y tu canto. Sea pues.

¿Quién pensaría que de entre la inmundicia pudiera nacer algo exquisito? Los hongos nacen en el estiércol del caballo y la oveja, luego se convierten en deliciosos alimentos. ¿Quién voltearía hacía un imperio en ruinas para buscar a un elegido? ¿Nadie?

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