viernes, julio 15, 2005

Reclamo de un viejo guerrero águila


Recuerdo cuando vivía al pie del monte, todas las mañanas y noches, el canto de las aves. A todas horas el murmullo del río. Ahora de eso no queda nada, todo se lo llevaron, todo quedó perdido. Mi casa, tu casa, la del vecino. Buscaba con quién arreglarlo, llevarle una ofrenda, busqué a santos, vírgenes y dioses, ninguno me ayudó con mi pena.
Encontré mujeres y hombres que no olvidaron lo que hice en aquellos años, se vengaron, me destazaron poco a poco, hasta que no quedaron más que mis ojos; mis manos en la tierra, mis pies en el mar, mis entrañas sembradas a lo largo del río. mi boca en el viento, mis brazos como martillos, mis quijadas como sus armas, mis dientes como adornos, mi corazón fue su comida y mis ojos sólo testigos de la deshonra cometida. Quién buscará la puerta ahora, mis hijos ya no viven, mis padres mucho atrás murieron, tal vez los vecinos, esos que se quedaron, los que se rindieron, los que la cabeza bajaron.
¿Creen que los vecinos vayan y busquen lo que quedó del paraíso? Si entre "disculpe y mande" se la llevan, entre palabras y respuestas de caídos, si la mirada siempre bajan, si se vengan entre ellos, si la tierra la llenan de temerosos, de callados y afligidos. ¿Cómo pues los vecinos buscarán la puerta que lleva al paraíso? Tal vez despierten, porque siempre han estado dormidos, a veces uno despierta del sueño, a veces se permanece dormido. Tal vez entonces despierten y maten a los que rompen los huesos.
¡Despierten, despierten! Despierten sólo un momento, antes de que se abran los cielos. Mueran cantando no llorando, mueran llevando la frente al sol no al suelo.
Venden la tierra en partes, como si la lluvia no mojara las tiendas, como si el cielo se hubiera secado. Y ves a los caminan llevando el cuerpo y sólo bajas la cabeza. Estos son los que quedaron de dueños, estos son los que controlan ahora el suelo. Si son ellos muera la tierra, muera el agua, muera el sol, muera la luna, muera todo que ya no hay salvamento. Cierren la puerta, escóndanla bien, que nadie más entre, que no vengan más vergüenzas, que no vengan ya, olvidemos el paraíso que de nada les servirá. Olvidemos a la vida que todos ustedes muertos caminan ya.
Mira los sueños de los que mueren contentos, mira la vida de los que creen en sus talentos.

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